Sería injusto decir que la edad de oro de la animación norteamericana estuvo protagonizada solo por Disney y los estudios Warner, cuando en realidad la ecuación incluyó también a portentosos emprendimientos como la MGM, los Terrytoons y, cómo no, los Fleischer Studios.
Así las cosas, cada casa tenía una marca narrativa bien establecida. Los experimentos de Disney y la fantasmagoría lúdica de sus Silly Symphonies les dieron la pericia necesaria para diseñar el universo que luego se convertiría en su principal fuente de réditos. La Warner explotaba a personajes con deseos irrefrenables, verdaderas obsesiones llevadas al límite de la comedia (el hambre de Wile E. Coyote, la necesidad de amor de Pepe Le Pew, la codicia de Daffy Duck, y así por el estilo). Sin embargo, nadie logró igualar a Max y Dave Fleischer en cuanto a sordidez y misterio se refiere. Cada cartoon del sello Fleischer contenía, además de excelentes secuencias rubberhose, mensajes velados de violencia sexual, racismo o muerte. Baste recordar los cortometrajes "Red Hot Mamma" y "The Old Man of the Mountain", ambos protagonizados por la siempre polémica Betty Boop, y que provocaron la censura del primero en el Reino Unido, y una protesta masiva contra el segundo en los Estados Unidos.
Pero existe un caso digno de análisis, que nos explica por qué esta fue una de las casas de animación más controversiales de la historia.
Me refiero a "Bimbo's Initiation" (1931).
El descenso hacia el abismo
No por casualidad el crítico Leonard Maltin bautizó a este como el "más oscuro de todos" los cortometrajes de la Fleischer: Bimbo (personaje que no necesita presentación para los amantes de la animación clásica) cae en la trampa de un ser escalofriantemente parecido a Mickey Mouse, y resbala por una escotilla hasta una gruta subterránea donde se está llevando a cabo un culto secreto. Bimbo desiste ante el ofrecimiento de formar parte de sus miembros, y a consecuencia de ello es sometido a una serie de torturas físicas y psicológicas que van desde el uso de armas blancas hasta una decapitación metafórica.
Es, entonces, Mickey Mouse el desencadenante de la historia. ¿Por qué, y cuál es su relación con el extraño culto de "Bimbo's Initiation"? Recordemos que Walt Disney fue miembro de una rama juvenil de los masones, e incluso hasta hoy se especula acerca de su pertenencia a una orden durante su adultez. De esta manera se empieza a revelar el juego de los Fleischer, quienes, aparentemente, retaron a un juego de símbolos a uno de los grupos más poderosos del planeta.
Por lo demás, la apariencia de los miembros del culto es, cuando menos, peculiar. Tienen en sus cabezas velas apagadas, que aluden al fuego purificador, y poseen tablas con clavos. Por lo demás, van uniformados y sus rostros responden a la idea de máscaras que esconden sendas barbas. Es decir, son todos hombres. Esto, sumado al título del cortometraje, termina de despejar cualquier duda: estamos ante la representación animada de una iniciación masónica.
En cierta secuencia, el protagonista se ve delante de cuatro puertas cerradas. Detrás de una de ellas hay un espejo, símbolo masónico que alude al conocimiento. Detrás de la segunda hay un esqueleto, el cual, de acuerdo a la tradición de la logia, representa al aspirante que está dispuesto a llegar hasta la realidad última de las cosas.
Todo indicaría que "Bimbo's Initiaton" vendría a ser una metáfora del camino hacia el conocimiento. No obstante, hacia el final de la trama, Bimbo se topa con una Betty Boop con orejas de perro (una de las primeras versiones del personaje). El encuentro despierta en él un deseo irrefrenable, que lo lleva a dejar de lado su propio instinto de supervivencia para intentar alcanzar a Betty. El desenlace se configura cuando el protagonista es "premiado" por abandonarse a la carne, y la identidad de los cultores al fin es revelada.
Cabría estudiar a detalle cada uno de los significados detrás de uno de los cartoons más crípticos de la (de por sí) enigmática Fleischer Studios. Quién sabe si algún día descubramos el contexto real de este capricho narrativo. Mientras tanto, honremos a los Grandes Arquitectos del Universo... Animado.
¡Larga vida a los Fleischer Studios!
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